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Richard Wagner |
Uno mal que mal siempre tiene medianamente definido aquella especie de organigrama genealógico que nos remonta hasta los comienzos de lo que se conoce hoy en día como la música Metal. Pero uno también puede intentar replantearse cláramente si existe o no algo más que lo establecido como norma general. Vamos a ver, en los años 60 se comenzó a intuír que otro tipo de música se estaba llevando a cabo. Algunas bandas y músicos extrajeron la faceta más dura del sonido que en aquellos tiempos se estilaba y comenzaron a experimentar con ella. Bandas como Cream, Jimmi Hendrix, Grandfunk Rairoad o los incipientes Sabbath y Zeppelin y muchos más descargaban su potencial musical y es ahí, justo en ese preciso momento, donde cualquier metalero conocedor de su cultura señala el punto de partida. O al menos es la concepción que yo siempre he tenido claro, no quiero generalizar bajo ningún concepto. Pues bién, músicalmente hablando el Heavy Metal corresponde a la evolución de la vertiente más fuerte de aquellos géneros, ya sea el Blues o el Rock and Roll. Pero en términos de inspiracíon, en términos casi etimológicos yo siempre extraigo una conclusión algo diferente aunque no por eso carente de sentido. Hablo de la música clásica. Que nadie se eche las manos a la cabeza pues intentaría deciros que tanto Nicolo Paganini como Yngwie Malmsteen tienen más similitudes de las que uno cree o que Wagner recargase tanto sus orquestaciones y hiciese temblar aquellos bonitos palacios de época sin amplificación existente tienen un fuerte reflejo en la música Heavy llevada al directo. Fijaros en lo que os digo: la música Heavy Metal realizada bajo los cánones tanto compositivos como estéticos bien hechos tiene un fuerte punto de partida, repito bajo mi punto de vista, de la música clásica. Una combinación lograda de instrumentos, unas voces perfectamente entrenadas alcanzando cotas insospechadas y genios creadores, improvisadores y de gran virtuosismo definen tanto a las óperas del Wagner o las piezas del gran Mozart y el increíble Bethoven como a las grandes dotes compositivas de unos Iron Maiden o el talento magistral de Van Halen o Steve Vai. Con toda esta letrística, queridos lectores, simplemente me gustaría introducir un nuevo y quizá especial y rebuscado corriente de pensamiento sobre donde recaen parte de las raíces de nuestra cultura musical. Pero es que siempre sostuve esta teoría o postura y equiparé las bellezas que ambos estilos de arte entre si comparten. Y estoy seguro que un buen seguidor puede ser capaz de reconocerlo o por lo menos pensar en ello.
Fernando Petrecca
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